Durante milenios, el arte ha buscado comunicar con su propio dialecto todo aquello imposible de revelar mediante otros lenguajes. Y es que hay un idioma, el de los dioses, capaz de transmitir la esencia de nuestra razón de ser. La música se unió a una ilusión el pasado 22 de noviembre, en el auditorio del Conservatorio Profesional de Música y Danza de Mallorca, para contribuir con su idioma al proyecto que, impulsado por la Fundació Monti-Sion Solidària, apoya a casi 5.000 personas que se encontraban en riesgo de exclusión social.
Con motivo de la celebración de Santa Cecilia, patrona de los músicos, y como ocurre cada año, los docentes del Conservatorio Profesional de Música y Danza de Mallorca suben al escenario para conmemorar esta efeméride. Este concierto acompaña a una causa en la que músicos y público participan para poner de manifiesto año tras año la esencia de la música, llevando a la práctica los valores que, además de las enseñanzas musicales, se imparten en el centro.
Desde la parte alta de la platea del auditorio vemos como a cinco minutos del comienzo del programa seleccionado para este año, su aforo está completo. Esto es el preámbulo de lo que iba a ser este concierto, cuya obra inicial fue el Concierto en Re M para trompeta, cuerdas y continuo de G.Torelli, a cargo de José Miguel Asensi (trompeta), Ricardo Duato y Laura Álvarez (violines), Fernando Villegas (viola) junto con Bárbara González al violonchelo, Miguel Ferrà en el contrabajo y Elies Morant con el clave. Tras este concierto apareció en escena María José Gómez de la Vega (viola) acompañada al piano por Marta Ambrós, quienes interpretaron la Elegía Op.30 de H.Vieuxtemps.
La intensidad programática aumentó en cuanto llegó el turno para Armando Abraham, quién se sentó al piano con obras de A. Scriabin y F. Chopin. La primera pieza, el Preludio nº 2 Op. 2 del ruso Alexander Scriabin, abría el primer paréntesis al concierto el cual nos transportaba a otra dimensión sonora. Esta pieza corta y delicada fue la antesala del Estudio nº 1 Op. 2 del compositor ruso, cuya interpretación se unió a la perfección con la obra anterior. Finalmente un Chopin desbocado con su Estudio nº 10 Op. 25 cerró este breve pero intenso paréntesis donde las interpretaciones de sus partituras hubieran abrumado a los propios compositores.
B. Samper estuvo presente en el auditorio del Conservatorio con sus Tres Danses Mallorquines e interpretadas por María Antonia Pons-Estel y Blai Justo a los violines, Elena Andreu con su viola junto a María Fuensanta Martínez (violonchelo) i Miguel Ferrà (contrabajo). Al piano Francesc Blanco, quien explicó brevemente al público la historia de esta obra y su compositor.
Valentin Moldovan interpretando a Valentin Moldovan. Este fue el segundo y último paréntesis del concierto, que abrió el pianista y compositor para deleitarnos con su propia obra. Etude de concert “Un sospiro” fueron las primeras notas proyectadas por el piano a través de las manos del compositor. A continuación puso en escena su Romanza y concluyó con su Nocturne nº3 entre aplausos del público. El paréntesis seguía abierto, aun concluida la actuación de Moldovan, con las obras encargadas de cerrar este concierto e interpretadas por el propio Moldovan al piano, Paco Vicedo a la percusión, Miguel Ferrà con su contrabajo y la magnífica interpretación de Jordi Rumbau al clarinete. La Sonata para clarinete y piano: I Gracioso de Leonard Bernstein, sería la encargada de continuar con las composiciones contemporáneas recorriendo su partitura hasta llegar a la obra que nos transportaría a la movida ciudad de Manhattan, Riffs de Bernstein fue la obra que puso el broche a este maravilloso concierto, un concierto que conmemora e inspira grandes valores los cuales estuvieron presentes en todo momento. El año que viene, más.